La historia de un amigo
Te cuento una historia real, no te digo el nombre, pero si te diré que es de un amigo.
En nuestros años mozos, mi amigo le echaba la pata a Bertín Osborne.
Mi amigo, era guapo y fuerte, pero sobre todo pasaba.
Era tal su actitud de pasar y de rechazar, que no había chica en el pueblo que hablara mal de él, y segundo, que a la vez, quisiera estar con él.
Fin de semana, tras fin de semana, me comían la oreja sobre mi amigo.
Que si era un pasota.
Que habían tomado un café y no había dicho volver a quedar.
Que prefería estar con sus amigos que con la chica que supuestamente le gustaba.
Me decían de todo y conforme avanzaba la noche los veía a los dos en un rincón oscuro juntando fluidos.
Y a mí y al resto de amigos, se nos quedaba cara de gilipollas.
Fin de semana, tras fin de semana.
Y era, porque en aquel entonces, no entendía el poder del rechazo.
Ahora lo entiendo, pero ahora no estoy en edad de ligar, así que lo utilizo para vender que es lo mismo.
Mira, a nadie le gusta que le rechacen y si sabes utilizar esto de manera sutil, vas a vender más tratamientos.
No falla.
Es pura persuasión.
Es pura psicología.
Y esto es lo que vamos a ver en la lección del lunes, rechazar para vender más tratamientos.
Es tuya:
Si te interesa vender más.
Si te ponen las ventas nerviosa.
Si te interesa que tu negocio vaya mejor.
Si te interesa acceder a esta lección y a todas las publicadas. No tienes permanencia.
Un abrazo,
Luis